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Llenar los libros de sí

Estas son palabras dirigidas a todos los que estamos en la tarea de acercar libros a los niños. Madres preocupadas, padres insistentes, docentes aterrados, educadores paralizados, bibliotecarios sin tarea, tías opinólogas, abuelas indignadas, hermanotes sabiondos e inspectores generales de las direcciones mundiales del universo de la sabiduría infantil, tengo algo para decirles: ¡llenen los libros de sí!
Paso a explicarme:
Los caminos por los que un niño se aleja de los libros son diversos, es imposible ponerlos en una misma bolsa, queda en cada lector entender si estas palabras son para otro vecino. Muchas —¡muchísimas!— veces somos los adultos cercanos los que tenemos responsabilidades directas en ese distanciamiento o apatía lectora. Puede ocurrirnos como adultos que idealicemos un poco a los niños lectores: imaginamos un niño maravilloso que dócilmente va a dirigirse a libros que están editorialmente sugeridos para su edad, que se interesan por temáticas que están acordes con los intereses que suponemos adecuados para ellos, que querrán cuidar esos objetos de culto y tratarlos como hermosos tesoros valiosos... ¡y no de igual manera que la bolsa de ropa sucia que vuelve del club! Me he encontrado muchas veces en espacios en que los niños eligen libros, y mis oídos se erizan a menudo. Intentando ayudar, los adultos llenamos la mayoría de los libros de no. Ese libro no porque:  

_es muy corto;
_es muy largo;
_¡es muy mediano!;
_ este tiene muy pocas letras, es puro dibujo;
_¿este te gusta?, pero es como para bebés;  
_ah, no, este es muy violento —o muy para nenas, o muy para varones, o muy oscuro, o muy claro, o muchos impredecibles muuuy que se nos ocurren a los grandes—;
_¡otra vez de dinosaurios!, ya tenés muchos, eso te tiene que dejar de interesar;
_ese no porque vos no lo vas a cuidar —dirigiéndose a mí—, él no cuida los libros, por eso le compro unos medio medio, porque así no me preocupo;
_ese no me gusta porque no es divertido, un libro te tiene que entretener;
_ese no te enseña nada;
_este no me parece ¿Disculpe, señora, este tiene un mensaje en valores? (¡era un libro de pegotines!)
_es muy caro, necesito para cambiar el celular;
_es muy barato, debe ser de mala calidad.  

Aclaro: me encanta cuando los grandes están interesados en acercar libros a sus niños.
Les propongo: llenen ese tiempo de entusiasmo, de curiosidad.
Que elegir un libro sea un momento lleno de vida. Que elegir un libro esté lleno de sí.
El sí a los libros aparece cuando nos mostramos interesados por las elecciones que hacen nuestros niños, aunque no sea la que tenemos en mente, aunque nos parezca muuuy algo lo que eligieron.
Si no entendemos por qué nuestros pequeños gustan de determinados libros, una buena elección, antes de zampar una opinión no, puede ser sumergirnos en ese libro y así encontrar cuáles son esos lugares de fascinación. Si resolvemos que ese niño no va a irse con ese libro, con más razón dediquemosle un tiempo especial a exponer los motivos.
Y les propongo, por una cuestión de honestidad, que si van a definir ustedes adultos, qué libros son los que podrá seleccionar, tiene que estar claro desde el principio.
Es muy desmotivante para un niño que le digan que se elija un libro que le guste y que después tenga que pasar por una censura no avisada.
Que un niño sienta que los libros que le interesan no son los que sus adultos aprueban, puede intervenir en las decisiones lectoras a futuro.
Si van a definir la elección, propongo que esté claro desde el comienzo, con un vamos a elegir juntos un libro para vos, ya alcanza. El niño ya puede entender que no estará en juego solo su gusto lector.
Llenar los libros de sí, es decirle sí a los niños, a lo que ellos proponen. Esto no quiere decir seguir como veleta cualquier capricho, no quiere decir no acercarles los que nos parecen mejora para ellos, pero sí quiere decir dejarles espacio, que su camino lector sea ancho, lleno de gustos personales, de recomendaciones de sus queridos adultos y de curiosidades particulares que sean inesperadas para todos.
Llenar los libros de sí nos acerca a ser mediadores con mejor puntería.

Ilustración: Dasha Tolstikova